Hay quienes padecen el Síndrome del Espejo Retrovisor (SER)

Y tú, ¿padeces el Síndrome del Espejo Retrovisor (SER)?ser

El Síndrome del Espejo Retrovisor (SER) es fácil de explicar. Es mirar atrás y sacar conclusiones a futuro. Es pensar que lo que fue ayer seguirá siendo igual mañana.

El SER es lo que lleva a vivir vidas mediocres. Y todos padecemos —en mayor o menor medida— cierto SER.

Nuestro subconsciente —que gobierna nuestra vida— es una especie de espejo retrovisor que revive y recrea continuamente nuestro pasado. Creemos erróneamente que somos el que éramos, lo cual limita nuestro potencial en el presente, a raíz de las limitaciones de nuestro pasado. En consecuencia, cada decisión que tomamos viene determinada por el filtro de las limitaciones de nuestras experiencias pasadas.

De los 60.000 pensamientos que tenemos a lo largo del día, más del 95% se repiten (y son negativos): ‘no soy bueno’, ‘no soy capaz’, ‘ellos son mejores’, ‘ellos han tenido suerte’, ‘a mí nada me sale bien’, ‘yo suelo tener mala suerte’… Y el problema es que nuestra forma de pensar determina nuestra forma de actuar, y por tanto, lo que conseguimos o no conseguimos.

Al hablar de desarrollo personal, una de las cosas más importantes a tener en cuenta es que:

Nuestro pasado no es futuro;

nuestro presente es nuestro futuro.

Y nuestro presente es el conjunto de decisiones y acciones que tomamos todos los días cuando nos levantamos de la cama por la mañana. No importa tu pasado si estás dispuesto a construir tu futuro. Lo importante no es dónde una persona estaba ni dónde está, sino dónde quiere llegar a estar, porque lo que conecta dónde está con dónde quiere llegar a estar es su capacidad de aprender.

Siempre existe la posibilidad de cambiar porque siempre existe la posibilidad de aprender. Tú no eres tus circunstancias, eres tus posibilidades. Tus circunstancias actuales determinan dónde comienzas pero no dónde acabas. Si quieres dejar atrás el pasado y superar tus limitaciones tienes que dejar de vivir con tu espejo retrovisor y empezar a vislumbrar una vida de posibilidades.

La pregunta —la única pregunta realmente— que debes hacerte es la siguiente:

¿Estoy dispuesto a comprometerme y hacer lo que haya que hacer sin ningún tipo de excusas para llegar donde quiero llegar?

Y sólo tú puedes responderla con sinceridad. Puedes conseguir y llegar donde quieras llegar, pero hay algo que es importante saber:

Tu vida no mejora por azar, tu vida mejora por cambiar.

Si quieres que tu vida mejore, tú tienes que mejorar.

Nuestra vida es el resultado de nuestros hábitos, y los hábitos sólo se construyen por repetición, a base de hacer una y otra vez el mismo comportamiento hasta interiorizarlo. Y para ello se exige disciplina constante e inteligente: hacer lo que se tiene que hacer aunque no apetezca; hacer lo que se tiene que hacer aplicando la regla de cero excusas.

Sí, el proceso duele. Sí, la travesía del desierto hay que pasarla. Sí, es más cómodo hacer lo que a uno le apetezca. Lo cómodo y fácil es la alternativa más apetecible siempre para el ser humano, pero ese camino no conduce a ningún paraje interesante. Recuerda las palabras de Jim Rohn:

O pagas el precio de la disciplina, o pagas el dolor del arrepentimiento.

El dolor de la disciplina pesa kilos; el dolor del arrepentimiento pesa toneladas.

Cada vez que haces lo cómodo y fácil en lugar de lo correcto y necesario estás dando forma a tu identidad y personalidad para mal. Se siembras actos y se recogen hábitos —buenos (virtudes) o malos (vicios)— que van configurando silenciosamente nuestra vida para mejor (peor). Los hábitos buenos nos convierten en personas poderosas; los hábitos malos nos convierten en personas débiles.

Tú decides a qué quieres jugar: si al juego de la ‘mediocridad’ o al juego del ‘ganador’. Es tu responsabilidad decidir y es tu responsabilidad actuar. El grado de responsabilidad que aceptes de todo lo que te pasa en la vida es indicativo de tu grado de poder personal. No vivas por debajo de tus posibilidades, invierte en tu desarrollo personal y vive la vida que quieres. Where there´s a will, there´s a way (Donde hay un deseo, hay un camino). Los ganadores buscan soluciones; los perdedores buscan excusas.

En resumen y para acabar:

Donde estás es el resultado de quién eras, pero a dónde vayas

dependerá únicamente de quién elijas ser.

Balance 2016

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Que tu meta sea ser feliz.
Estos días que restan para terminar el año, es donde las organizaciones preparan los balances que informarán del cierre del ciclo contable. Todos los balances (los reales, los verdaderos, los que debemos mirar -no “los maquillados”) nos muestran básicamente tres áreas: los activos; los pasivos y el patrimonio. No es mi intención enseñar técnicamente sobre balances, pero es interesante mirar lo que verdaderamente significa el patrimonio, el beneficio, la resultante, lo que te queda.
Piensa en esta ecuación. PATRIMONIO = ACTIVOS – PASIVOS
Este año habrás luchado seguramente detrás de los activos y tendrás también tus pasivos. Mientras los activos sean mayores que los pasivos, la resultante te dará positiva y tu patrimonio será positivo. Si los pasivos superan a los activos, tu patrimonio será negativo.
Muchos hombres y mujeres de negocios, este año han enfermado su cuerpo, se llenaron de estrés, perdieron su rumbo y sin pensarlo destrozaron su futuro, sus familias y sus vidas. Hay valores que superan a los materiales y la Sabiduría Superior nos enseña una y otra vez las formas de pensar, tal es el caso relativo a la vida.
“La alegría es como una buena medicina, pero el desánimo es como una enfermedad.” “Buen remedio es el corazón alegre, pero el ánimo triste resta energías.” “El corazón alegre hermosea el rostro, mas por el dolor del corazón el espíritu se abate.” “Corazón alegre, cara feliz; corazón enfermo, semblante triste.”
Una persona desanimada, depresiva, fuera de los planes eternos de Dios, es lógico que se enferme y que viva estresada. Así, es imposible pensar en prosperar…
“Porque veo que estás lleno de amargura y que la maldad te tiene preso.”
Vivir amargado es aumentar el pasivo, y aún agrega que es como estar preso. Quien puede desde la esclavitud, desde la falta de libertad, prosperar?
¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida?
Jesús hoy te pregunta: ¿Qué puedes dar a cambio de tu vida? Y ÉL mismo te ofrece la respuesta: “Yo pagué el precio por tu vida para que tu no la pierdas”.
Cerrando este ciclo 2016 y ya viviendo estas navidades, piensa en todos los esfuerzos que hiciste para llegar hasta hoy, el precio que pagaste y evalúa los beneficios.
Cierra el ciclo porque en breve comienza una nueva oportunidad, el ciclo 2017.
Rodolfo Campos Consultor de Desarrollo Personal y Empresarial

Los Enemigos del Aprendizaje 3

aprendizaje

Hoy quiero iniciar agradeciendo sus comentarios y su interés por leer esta serie de artículos que he preparado bajo el título “Los Enemigos del Aprendizaje”. Estoy totalmente convencido que su lectura y estudio contribuirá enormemente a su desarrollo personal y empresarial.
Si no las leído los dos artículos anteriores, acá te dejo un link para que te pongas al día (1) (2). Ahora, vamos al tema de hoy.
Dado lo que soy/como soy… no puedo aprender eso. O nos consideramos demasiado grandes o demasiado chicos. Pensamos que determinado aprendizaje no es para nosotros dado la persona que somos.
Aprender a aprender es una competencia primordial que nos posiciona para ser más efectivos, aumentar nuestra productividad y mejorar nuestra calidad de vida. El futuro se muestra más promisorio para aquellas personas que saben cómo ampliar continuamente su aprendizaje. En las organizaciones empresariales «aprender a aprender» es ya una ventaja competitiva.
Sé sincero contigo mismo, ¿cuán comprometido estás con tu aprendizaje?
¿Estás realmente interesado en crecer y desarrollarte personal y profesionalmente? ¿Que te lo está impidiendo? Veamos algunos de los principales obstáculos que pueden aparecer en tu camino.
Admitámoslo. El aprendizaje es incómodo. Nos obliga a abandonar nuestra zona de confort para internarnos en nuestra zona de expansión. Y ello nos pone en contacto directo con nuestros límites y por lo tanto con nuestras inseguridades.
¿Porqué entonces es necesario emprender un proceso que suele ser a veces tan arduo? La respuesta está en este viejo afiche que observé hace algún tiempo, en la oficina de un amigo.
Efectivamente, el mundo globalizado y tecnológico de hoy, nos impone un proceso de cambio permanente que opera cotidianamente y del cual no somos totalmente conscientes.
En ese mundo, nuestras prácticas habituales de gestión y las interpretaciones que hemos construido y adoptado hasta el presente, ya son insuficientes para lograr una cabal comprensión de los desafíos que hoy enfrentamos.
En otras palabras, corremos el riesgo de estar «debidamente preparados para un mundo que ya no existe».
Y si la expansión de nuestras capacidades es crítico de cara a lograr nuestros objetivos ¿cuáles son los obstáculos que nos están impidiendo concretarlos? Veamos algunos de ellos que suelen aparecer con frecuencia:
  • Dificultad para declarar «no sé»: Ello se debe en gran parte a nuestro temor a ser descalificados y ridiculizados por los demás. ¿Cómo llegamos a eso? Repasemos nuestra experiencia con las instituciones de enseñanza. ¿Qué es lo que pasaba cuando decíamos «no se» por respuesta?. No nos damos cuenta que la primera condición para poder transitar el camino del aprendizaje es precisamente reconocer «que no sabemos».
  • No tengo tiempo: La respuesta que aparece más frecuentemente. Como si el tiempo fuera un recurso «que pudiera comprar en cualquier supermercado y que me está faltando en mi cocina». En realidad, esta declaración está escondiendo una elección personal que no queremos reconocer (ver artículo «Yo no quería pero …»). Siempre estaremos postergando la decisión de comprometernos con nuestra formación para cuando «haya un mejor tiempo». Y ese mejor tiempo nunca llega, ya que ocupamos nuestras agendas con asuntos que siempre resultan «más urgentes».
  • Confundir saber con tener información: Hoy es la época en que la información está absolutamente disponible. ¿Pero eso es suficiente para concretar nuestro aprendizaje? Permitanme responder con un ejemplo. Si un amigo de ustedes les asegurara que ha leído y estudiado detenidamente el mejor manual de cirugía «a corazón abierto». ¿Ustedes se dejarían operar por él? Seguramente que no, y ello se debe a que el saber implica poder ser capaces de poner en juego acciones concretas que antes no se encontraban disponibles. El saber es acción, no mera información.
  • Dado quien soy, esto no lo puedo aprender: Aquí el principal obstáculo son nuestras propias creencias limitantes. «Como yo no soy bueno con las matemáticas, no puedo cursar un master en administración». Y la falacia está en confundir «me cuesta, me resulta difícil» con la declaración de «no puedo». La primera abre la puerta a la posibilidad del aprendizaje mientras que la segunda la cierra definitivamente (ver artículo «Liberá tu potencial»).
  • No aceptar los errores: Allí lo que está en juego es nuestro amor propio (que como decía un amigo, es tan grande que cuando morimos «muere 15 minutos después que nosotros» porque se resiste a desaparecer). No debemos confundir «equivocarnos» con «fracasar», ya que el error esconde un capital de aprendizaje enorme. Permitirnos preguntarnos luego de la equivocación ¿qué es lo que haríamos diferente? nos estará abriendo nuevas posibilidades de una mayor eficacia y por lo tanto, el tan anhelado logro del objetivo.
  • No dar autoridad al otro para que me enseñe: Muchas veces nos encontramos cuestionando la idoneidad del otro para enseñarnos algo. Muy especialmente si ya hemos alcanzado altos niveles de responsabilidad o egresado de prestigiosas instituciones académicas. Nos olvidamos que toda experiencia es una oportunidad de aprendizaje. Y muy especialmente de aquellas que surjen de nuestras interrelaciones con los demás. Cada ser humano es un observador diferente de la realidad y siempre nos puede mostrar algo que nosotros no estamos contemplando.
  • Querer tenerlo todo claro todo el tiempo: Este obstáculo surge como consecuencia de la falsa ilusión de poder «controlar» las variables que nos acontecen cotidianamente como una forma de garantizar «nuestra tranquilidad y seguridad». Por otra parte, nadie nos mostró que la verdadera expansión del conocimiento proviene de poder diseñar preguntas poderosas. Aquellas que nos invitan a la reflexión y que no tienen en un primer momento una respuesta. Aprender a convivir con la incertidumbre nos conecta con nuestra humildad y la aceptación de que hay situaciones que van más allá de nuestra comprensión inmediata, y por lo tanto de nuestro control.
Estos son entonces sólo algunos de los desafíos que enfrentaremos y deberemos superar si realmente estamos comprometidos con nuestro aprendizaje. No será sencillo, porque en todo momento nos asaltarán nuestros temores e inseguridades, pero como dice el refrán: «Sólo quienes tienen el coraje de perder de vista la orilla, podrán descubrir nuevos mundos».
Y termino con un comercial. Tu crecimiento y desarrollo personal y empresarial será tu mejor carta de presentación, por eso te conviene asistir al SEMINARIO TURRI EMPRENDE

Los Enemigos del Aprendizaje 2

aprendizajeEl facilísmo de considerarse la victima y culpar a los factores “externos”, de las causas de los problemas que enfrentamos y no podemos resolver.

Dijimos ayer que hay algunas facetas en las que desarrollamos resistencia al aprendizaje y nos cuesta prestar suficiente atención a la idea de que el éxito pertenece a aquellos que saben como ampliar continuamente el aprendizaje.
El victimismo o victimización es la tendencia de una persona a considerarse víctima o a hacerse pasar por tal. Una víctima es quien sufre un daño personalizable por caso fortuito o culpa ajena”. El victimista se disfraza por tanto de víctima, consciente o inconscientemente, simulando una agresión o menoscabo inexistente; y/o responsabilizando erróneamente al entorno o a los demás. El concepto víctima se refiere a una persona que recibe el ataque de una segunda persona lo cual le produce afectación en algún grado, derivado de maltrato físico, verbal o psicológico. Un caso extremo sería la pérdida de la libertad o la vida en manos de un segundo. En estos casos, se habla de “víctimas laterales” que vienen a ser los familiares o seres amados que sufren perdida o quebranto.
Ahora bien, el concepto de victimización se aleja bastante de esta definición, debido a que este muestra de un alto grado de exageración de la condición que una persona considera de sí misma. Es considerarse ante otros, víctima de situaciones que no necesariamente son reales. La victimización es una condición de salud mental, una muy baja autoestima, que hace a la persona verse como el centro de todos los ataques y agresiones que se dan en esa relación, sea familiar o bien de grupo. La victimización es una forma de llamar la atención pero de manera negativa. Generalmente, el victimista utiliza ese recurso como un medio de manipulación. En nuestras charlas de “Manejo de Emociones” a esto le llamamos manipulación emocional invisible. De ello hablaremos en un post aparte.
En la vida existen dos tipos de personas las víctimas y las triunfadoras. Las primeras son incapaces de asumir su responsabilidad por su condición o por los errores cometidos, siempre están culpando a los demás por sus desgracias o circunstancias. Culpan a sus padres por la educación y los traumas de la niñez, a sus amigos por sus vicios, a sus parejas por haberlos hecho desdichados en el amor, al presidente, al país ―y en ocasiones a Dios―, por su condición. En general este tipo de personas no tienen liderazgo sobre sus vidas, no pueden gerenciar ni siquiera sus propias vidas, por lo tanto, menos un negocio o una familia. Son rencorosas, incapaces de perdonar y siempre recuerdan las ofensas ya que de esa manera alimentan su posición de victima.
Estos nunca crecen porque no tienen disposición de aprender.
Los triunfadores por el contrario, pueden aceptar la responsabilidad por sus errores más allá de haberse visto afectados por otras personas, ellos sienten que son constructores de su propia vida. Saben que el secreto del éxito está en ellos mismos, no buscan excusas no dejan las soluciones para mañana y se centran en el logro de sus objetivos, son el comandante de su propia nave.
La Autocompasión.
Si bien el Diccionario de la Real Academia Española no cuenta con una definición del término autocompasión, podemos definirla como la compasión que se siente por uno mismo. El sentimiento de lástima hacia uno mismo puede alentarnos cuando ocurre de forma aislada, ya que crea una actitud de comprensión y amabilidad hacia nosotros mismos que puede confortar en determinadas ocasiones, todos podemos autocompadecernos en algún momento. Pero hay personas en que la autocompasión se convierte en una actitud habitual enfermiza y entonces es cuando resulta contraproducente.
Esta actitud genera efectos negativos.
1) Al autocompadecemos, nos estamos liberando de cualquier tipo de culpa, y al no hacernos responsables de lo que ocurre la situación se mantendrá igual en virtud de no esforzarnos para cambiar.
2) Al mismo tiempo al centrarnos en nosotros mismos nos estamos alejando de los demás.
3) Al tener una visión pesimista y conformista sobre las cosas, no contamos con iniciativa
4) Genera una resignación, lo que muchas veces se convierte en darse por vencido antes de tiempo.
5) Este tipo de personas tienden a huir de los problemas en lugar de enfrentarse a ellos, lo que hace que los problemas persistan e incluso se agraven con el tiempo.
6) En síntesis, la gente que se victimiza o se autocompadece constantemente tiende a amarrarse al pasado, a ver solamente las cosas malas que le han ocurrido y a preguntarse por qué le ha tenido que pasar esto a él o por qué no actuó de otra forma.
Por el contrario las personas que no tienen esta actitud se enfocan en el futuro e intentan mejorar su situación, aprendiendo un nuevo idioma, aprendiendo una nueva profesión o capacitándose para optimizar tanto su persona como sus servicios o productos.
La autocompasión procede de un sentimiento de indefensión y bloqueo ante situaciones establecidas. En realidad lo que pretenden al autocompadecerse es reclamar la comprensión y el apoyo de otras, esto ocurre especialmente con los individuos muy dependientes de los demás, en general con una muy baja autoestima, celos, envidia etc. De cualquier manera, se puede trabajar para dejar ese papel de víctimas y aspirar a encarar la vida desde un punto de vista más positivo. Todo depende de que la persona esté dispuesta a abandonar este papel de víctima que ha elegido y que le puede estar proporcionando un beneficio secundario.
En este tipo de casos, un proceso de mentoría le ayudará a conocerse, formarse y reiventarse.

JUSTIFICANDO LA MEDIOCRIDAD

descarga-2Justo hace una semana y, como muchos se enteraron, el deportista  Gabriel Badilla ex mundialista y ex jugador del Deportivo Saprissa, falleció producto de un paro cardíaco durante la Maratón de Lindora en Costa Rica.

Destacado futbolista cuya carrera cubrió un poco más de 15 años.  Nacido en la que también es mi ciudad de procedencia. Yo no lo conocía personalmente pero esto no me impide hacerme una idea del hombre tan excepcional que fue.

Gabriel Badilla era alguien muy conocido en los medios de comunicación por lo que su muerte ha hecho arder los canales masivos de televisión e internet, dando pie a que cualquier persona se asigne el derecho de injerencia sobre una vida ajena y exponga su punto de vista sobre lo ocurrido…también considerado como deporte popular.  Y es que es muy típico de nosotros los ticos el opinar de cuanta cosa no sabemos y juzgar motivos, personas e instituciones.

Y, leyendo algunos de los cientos de mensajes que se han vertido en los medios y redes sobre este accidente, me ha sorprendido ver muchísimos comentarios tipo:

– Para qué se meten en camisa de 11 varas… ? ?

– Vivir al filo de la navaja tiene esas cosas. La vida es demasiado corta para jugártela una y otra vez.

– Al menos  pudo elegir como vivir y morir, la mayoría no tenemos esa posibilidad.

– Los que viven echándole un pulso constante a la vida, suelen perder. 

– …..(y un quinto que no reproduzco por respeto a los familiares).

Estupefacto, he ido saltando de un comentario a otro y,  de repente, he descubierto un patrón…un patrón específico y propio de las almas anodinas; un patrón enquistado en esta sociedad que favorece que la mediocridad campe a sus anchas.

Leyendo estos comentarios me he dado cuenta de que muchas personas necesitan que un grande como Gabriel sufra una desgracia para justificar su vida de mediocres.

¿Es duro lo que dije? SI.  ¿Es verdad? Una verdad tan grande como nuestro cerro Chirripó.

Si. Algunos  necesitan apalancarse en sucesos trágicos como éste para sentirse bien consigo mismos porque no son capaces de arriesgar nada en su vida; porque no se atreven a cambiar lo que no les gusta; porque no hacen nada que verdaderamente les llene; porque saben que están tirando sus días a la basura.

Si. Otros  se sienten bien ante una fatalidad así  porque les permite  darse una palmada autocomplaciente en la espalda y “confirmar” que lo mejor es quedarse en casa viendo la tele, en la seguridad y comodidad de lo conocido, porque “a ver si te vas a morir”; que lo mejor  es acoplarse a todas las convenciones sociales  y seguir la senda que sigue todo el mundo, trillada ad nauseam; que lo mejor es  aceptar todo lo que nos viene sin cuestionar nada porque “solo las personas con mucho dinero pueden conseguir la vida que quieren”.

Hace falta que alguien extraordinario fallezca haciendo algo que le apasionaba para que el ejército gris de los mezquinos salga en masa  a justificar su propia mediocridad.

Así que, si te sientes BIEN cuando algo MALO  le pasa a alguien, por favor, párate a reflexionar sobre ello porque quizá algo vaya realmente mal en tu vida…revisa honestamente tu nivel de satisfacción con la vida que llevas y si no te gusta, responsabilízate  y…

¡HAZ ALGO! ¡YA!

No utilices la felicidad y desgracia ajenas como baremo de las tuyas.

Yo solo tengo  palabras de admiración y respeto hacia una persona que VIVIÓ SU VIDA EN PLENITUD Y TUVO EXITO.

Porque dicen que…

Lo que cuenta no son los años en tu vida sino la VIDA en tus años.

Mi más sentido pésame a sus familiares y amigos. Descansa en Paz Gabriel.

 

Empresa a la deriva

images-10Trataré de resumir lo más posible esta historia muy conocida (Mt.14) cuando Jesús caminó sobre las aguas, pero lo haré desde el lugar de los discípulos, que eran personas como nosotros, para que podamos observar lo que sucede cuando somos presa del pánico y la empresa [familia, negocio o vida] es sacudida de un lado al otro.

Los doce reciben instrucciones de Jesús de cruzar al otro lado del mar de Galilea en la barca. Aclaremos que era de tarde, casi anochecía. Que estos doce eran marinos experimentados, que tenían una barca con un par de velas, tres o cuatro pares de remos y que cruzar al otro lado les era habitual y no demoraban más de 30 minutos. Ese trayecto de seis kilómetros lo habían realizado muchas veces. Pero algo inesperado sucedió esa tarde: vinieron las dificultades, los vientos arreciaban y eran contrarios, las olas golpeaban fuerte sobre aquella embarcación, una tormenta los azotaba. Les llegó la noche, el hambre, la sed, sus ropas mojadas. El caos se apoderó de ellos. Remaban sin rumbo por largas horas y así estuvieron desde el atardecer hasta antes del amanecer: unas 8 o 10 horas.  En el mar, en una tempestad, en la oscuridad, desubicados, asustados y con hambre: ESO ES MUCHO TIEMPO.  Lo fue para ellos y lo sería para ti.

Quisiera te imaginaras por un momento estar en ese lugar, sin luz, sin celular, sin brújula, sin nada. ¿Acaso no estarías paralizado por el miedo?  Los doce así estaban, las discusiones existirían, las culpas también. Las palabras dadas por Jesús desaparecieron, la fe no existe, la muerte acecha…  ¿Cuántas horas resistiría usted?  Cuando una empresa entra en esta crisis, de perder el rumbo y quedar a la deriva de la noche, de nada sirven las experiencias previas. El equipo entero vivía este suplicio al extremo tal que les aparece Jesús para salvarlos y ellos ven a un fantasma.  Es que el miedo siempre te hace ver fantasmas.

—¡Cálmense! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!  les decía el Señor.

Al fin, uno de ellos se atreve a despegarse del equipo, bajarse de la barca e ir en busca del único que podía salvarlos. Coloca su mirada en EL y avanza por encima de todas las circunstancias (la fuerza de gravedad, las olas, los vientos) y aunque luego bajó la vista y comenzó a hundirse, Jesús lo toma del brazo, lo sube a la barca y todos llegan a buen puerto.

Esta historia riquísima en mensaje, ha de inspirarte a despegarte de los que por el miedo se paralizan, los que ven fantasmas y atreverte a ir en busca de ayuda verdadera para tus compañeros.  Abajo te dejo el texto completo para que disfrutes los detalles.  Y sabes cuál fue la ciudad a la que arribaron?  Genesaret, que significa “Jardín de las Riquezas” o  “Jardín del Príncipe”.

Ése es nuestro puerto. Enfócate y camina sobre las aguas!  Una vez que des el primer paso, todo tu esquema mental va a contribuir para que continúes dando pasos de fe. Aún si empiezas a hundirte, allí estará la mano de tu Salvador para rescatarte.

Ánimo, adelante!

«Después de esto, Jesús ordenó a los discípulos: «Suban a la barca y vayan a la otra orilla del lago. Yo me quedaré aquí para despedir a la gente, y los alcanzaré más tarde».  Cuando toda la gente se había ido, Jesús subió solo a un cerro para orar. Allí estuvo orando hasta que anocheció. Mientras tanto, la barca ya se había alejado bastante de la orilla; navegaba contra el viento y las olas la golpeaban con mucha fuerza.   Todavía estaba oscuro cuando Jesús se acercó a la barca. Iba caminando sobre el agua.  Los discípulos lo vieron, pero no lo reconocieron. Llenos de miedo, gritaron: —¡Un fantasma! ¡Un fantasma!    Enseguida Jesús les dijo: —¡Cálmense! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!   Entonces Pedro le respondió: —Señor, si realmente eres tú, ordena que yo camine también sobre el agua y vaya hasta donde tú estás.

Y Jesús le dijo: —¡Ven!   De inmediato Pedro bajó de la barca. Caminó sobre el agua y fue hacia Jesús. Pero cuando sintió la fuerza del viento, tuvo miedo. Allí mismo empezó a hundirse, y gritó:  —¡Señor, sálvame!   Entonces Jesús extendió su brazo, agarró a Pedro y le dijo: 

—Pedro, tú confías muy poco en mí. ¿Por qué dudaste?  Cuando los dos subieron a la barca, el viento dejó de soplar. Todos los que estaban en la barca se arrodillaron ante Jesús y le dijeron:

—¡Es verdad, tú eres el Hijo de Dios!    Jesús y sus discípulos cruzaron el lago hasta llegar al pueblo de Genesaret».

Rodolfo Campos │ Consultor de Desarrollo Humano y Empresarial

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BEL  CANTO

No aprendí a dejar que las lágrimas cieguen mi visión.

No, no.

No aprendí a vivir preso del miedo o a contar mis heridas.

No, no.

En la noche oscura o en cruenta guerra yo soy un vencedor.

Si, si.

 

No aprendí a enfrentar las tormentas con las alas cerradas.

No, no.

No aprendí a dejar que la duda haga temblar mis rodillas.

No, no.

Vivo en una fortaleza de roca y tengo las alas de un águila.

Si, si.

 

No aprendí a regresar atrás, desmayar o darme por vencido,

No, no.

O detenerme en medio de mi dolor y flaquear en la prueba.

No, no.

Caigo y levanto, se renuevan mis fuerzas, yo tengo destino.

Si, si.

 

 

Autor: ©Rodolfo Campos

El poder curativo de la gratitud.

14203359_10153926515490857_1112651994391160133_nFRAGMENTO DEL LIBRO: «LOGOTERAPIA: PALABRAS QUE SANAN»

Con pesar se observa en nosotros los seres humanos la tendencia a no valorar las cosas que tenemos por estar deseando las que no tenemos, de no valorar nuestras bendiciones por estar angustiados por algunas de nuestras pérdidas. Esto produce que el ánimo se va enfermando, el alma se va embriagando de amargura  y es así, como comenzamos a vivir como si fuésemos autómatas en la vida, sin mayores razones para sonreír, sin entusiasmo para vivir y sin motivos para dar gracias.

Es un hecho ya comprobado científicamente que las personas cuyo ánimo se deprime y cuyo ánimo se marchita, ―estas personas con alma deprimida―; por lo general experimentan enfermedades físicas con mayor recurrencia que otras personas. Y es que la Biblia lo dice: “En la enfermedad, el buen ánimo levanta al enfermo; ¿pero quién podrá levantar al abatido? “ Prov. 18:14 NVI.  Esto es medicina de Dios extraída de su santa Palabra.

El apóstol Pablo en su carta a los Colosenses 2:7 dijo: “Por lo tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, ahora deben seguir sus pasos.  Arráiguense profundamente en él y edifiquen toda la vida sobre él. Entonces la fe de ustedes se fortalecerá en la verdad que se les enseñó, y rebosarán de gratitud”.   Pablo habla de cosas muy importantes.  Estar arraigado es lograr la suficiente estabilidad y estar edificado es tener un cimiento firme.  Ambas cosas son superlativos que fortalecen la fe, la confianza y la seguridad que no permitirá que nos hagamos pedazos o que fluctuemos de una emoción a otra, sino que puede mantenerse aun en medio de la tormenta. Lo admirable es que junto a estas cosas se incluye algo que nosotros quizá no sabemos valorar al nivel que el Espíritu Santo lo está poniendo. Dice allí mismo: “y rebosarán de gratitud”.

Notemos en que nivel espiritual se presenta la gratitud en este escrito paulino.  La gratitud no es cualquier cosa, ni pensemos que expresan mayor gratitud aquellos que tienen un temperamento más extrovertido, que siempre sonríen o cantan.  Indistintamente de nuestra personalidad o de nuestras emociones, la gratitud es un valor al que no debiéramos renunciar.

La gratitud proviene del griego “eukaristía” que literalmente se traduce como: gratitud.  Por eso cuando tomamos la Santa Cena o la Comunión  está perfectamente bien usado porque en ese momento estamos dando gracias a Dios por el don supremo recibido en Jesucristo.  Al compartir el pan y al compartir el vino hay gratitud en nuestros corazones.  Debemos aprender que la eucaristía no es algo que usted recibe, sino algo que usted da.

Otras acepciones de la palabra eucaristía, se refieren a la necesidad de aprender a hablar un idioma de gratitud.  Y aquí nos encontramos con un asunto que es contrario a nuestra experiencia, porque por naturaleza o por costumbre tendemos a ser más quejosos que agradecidos.

Hemos de aprender que el idioma de la gratitud nos abre muchas puertas, porque esta actitud te hace ver siempre lo positivo aún en medio de luchas, aunque no entiendas todo lo que ocurre a tu alrededor y dentro de tu mundo interior. Hoy queremos como ejemplo, ofrecer nuestro agradecimiento a Dios con una oración sincera que expresa nuestro amor por lo que nos permite ser cada día:

Quiero expresarte mis sentimientos surgidos en mi caminar por mi mundo interior de luchas y victorias.

Ahora me detengo un instante y miro hacia delante, a la luz del día.

He caminado un largo trecho donde tu luz me fue alumbrando cada día con mayor intensidad.

Miro también hacia atrás para ver el camino por donde me guiaste.

Gracias Señor por salvarme cuando estaba ciego, prisionero y angustiado.

Tu me llamaste y sin yo merecerlo, tuviste misericordia de mí.

Por ese milagro y muchos más, sé que tu estás en mí, ahora, y más allá de mis pensamientos.

Ahora veo con paz mi pasado, no para llorar por mis errores, sino para reconocer la ceguera espiritual en que me encontraba, pero que tu alumbraste poniendo en mi ser arrepentimiento y liberándome de todo lo negativo de mi interior.

Me diste también capacidad de perdonar a otros, pedir perdón y perdonarme a mí mismo.

Gracias, porque en mi caminar de tu mano, nunca me abandonaste.

Pusiste el dedo sobre mis llagas para que a través del dolor de mis heridas tuviera que enfrentarme a ellas para poder sanarme emocional y espiritualmente.

Aunque tengas una lista de necesidades y deseos, pregúntate de qué dispones ya de lo que puedas sentirte agradecido. Busca las cosas de tu vida que despierten tu gratitud, aunque al principio te parezcan insignificantes. Pronto comenzarás automáticamente a sentirte optimista y dichoso.

Haz una lista de agradecimientos y mira cómo va creciendo. Concéntrate en la abundancia que hay ahora en tu vida, no en las carencias.

Ve tu vida completa, plena, y mantén esa visión. Afírmala. Llévala a cabo. Conviértela en realidad. No busques nada fuera de ti.

Anécdota de gratitud:

Hace unos años, después de predicar por tres días en una iglesia en una provincia lejana, me dirigía a la terminal de buses en compañía de un diácono de aquella iglesia que durante esos días había sido en extremo atento conmigo. En su carro mientras nos dirigíamos a la terminal, mi espíritu fue conmovido por un sentir.  De inmediato puse en la mano de aquel hombre toda la ofrenda que había recibido en aquella iglesia. Entre lágrimas este hermano me confesó que había tenido varios días de frustración, por no tener dinero para comprarle un medicamento a su esposa enferma.  Su gratitud fue tanta que allí mismo llamo por teléfono a su pastor para agradecerle la oportunidad de ser mi ayudante a regresar.  Nuestra ofrenda de gratitud no solo sano la frustración en él, sino a la vez produjo gratitud en él.

A partir de lo dicho, tú puedes introducir cambios positivos en tu vida si eliges abrazar la gratitud.  Piensa en cuantas cosas te han salido mal, relaciones que se rompieron a causa de una descortesía. Una indiferencia o una apatía quizá fue lo que te cerró una puerta, lo que te aborto una buena situación de negocios o trabajo.  Pensaste que alzando la voz, amenazando o hablando áspero lo ibas a conseguir, y al cabo lo único que conseguiste fue puerta cerrada y frustración.

Puedes introducir cambios positivos en tu vida, si eliges abrazar la gratitud.

Propongo vivir para el placer

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Hace algunos años, en una conferencia escuche un speaker relatar una historia metafórica que por su valioso mensaje quedo grabada en mi mente. Dice así:

«Una mañana Roberto Pérez se dirigía a su banco. Ese día, la institución celebraba 100 años de existencia y, para festejarlo, decidieron que colmarían de regalos al primer cliente que entrara por la puerta. Por accidente, es a Roberto a quien le toca. Así que para su sorpresa, lo sientan, le regalan un auto, una pantalla digital, 1 millón de pesos en efectivo, entre otras cosas más que le apilan a su alrededor. La prensa le toma fotografías y le realizan entrevistas.  Cuando todo termina, Roberto pregunta: ¿Ya terminaron? porque necesito llegar a mi destino. –Sí, claro, Sr. Pérez, ¿a dónde se dirige? –»Al departamento de quejas” responde sin titubear. Roberto venía a quejarse del mal servicio del banco, y nada pudo disuadirlo. Nada logró que olvidara poner su queja.»

Así somos algunas veces.

“Vivimos una humanidad quejosa”, decía Epicuro en el siglo III a. C. y qué razón tenía. Nuestro ego siempre busca ir al departamento de quejas. No importa lo que nos suceda, las mil bendiciones que gocemos; siempre estamos en búsqueda del departamento de quejas.

Cuántas veces al día, necesitaríamos decirnos: ¡Pellízcate! y date cuenta. Piensa, ¿cuánto vale el que puedas ver? ¿Que tu hijo pueda caminar? Cuando despertamos, hasta respirar se vuelve una bendición.

Ante una Grecia inmiscuida en varias guerras, Epicuro decía:

“Yo propongo vivir para el placer”, y sus contemporáneos le cuestionaban: “¿Pero, qué te queda cuando hay guerra?” A lo que él respondía: “¿Ante una crisis existencial, de qué me sirve la filosofía si no la aplico a la vida cotidiana? No sirve de nada. Y el mal siempre está y estará presente entre nosotros. No podemos vivir sin dañar. Pero, trata de vivir sin dañar o daña lo menos posible, porque si lo logras, eso te dará placer”.

Placer es el nombre que le damos a la felicidad que experimentamos a través de los sentidos. Es lo que hace un momento agradable en la vida. Y disfrutar plenamente del placer es tan benéfico y necesario como el alimento. Asimismo nos es dañino no procurarlo o negar su existencia.

El arte de vivir bien supone dos cosas: disfrutar lo agradable como saber digerir lo desagradable. La palabra sabiduría proviene de sabere, de saborear, de aprender a disfrutar. Es decir, recobrar la vida a través de los sentidos. Todos olvidamos con mayor o menor frecuencia de gozar el momento, pero hay quienes lo convierten en una forma de vida. Se olvidan de gozar, de disfrutar hasta del mismo hecho de vivir y lo podemos ver en su rostro, en su carácter, en su trabajo; son personas que les cuesta trabajo reír, viven de mal humor, con cara de indigestión permanente.

El ego es como un pozo sin fondo, es insaciable; siempre quiere más y mejor, más y mejor, más y mejor. Hacernos conscientes de esto, al menos es un primer paso. Qué admirable es ver a una persona cuyo rostro refleja paz interna, serenidad, armonía consigo misma.

¿No será que la razón por la que tenemos hambre de placer se debe a la falta de gratitud que tenemos hacia la vida? ¿A un vivir desconectados?

¿Desconectados a lo que nuestro cuerpo nos dice, a lo que nuestro corazón grita, a una espiritualidad capaz de darnos un sostén interno; a algo más grande y superior?

En mi taller «Actitud, una cuestión de vida» enseño tres beneficios del placer.  Los citaré sucintamente aquí.

Tres beneficios del placer:

  1. Te hace sentir vivo: Cuando a través del placer de saborear la vida, disfrutas de tu fisicalidad, metabolizas tu experiencia en el mundo.
  2. Te conecta: Cuando sientes ese placer profundo, dejas de sentirte separado de un todo.
  3. Te da presencia: Experimentas el presente y la vida se vuelve gozosa.

Por eso, escuchemos nuevamente lo que nos dice Epicuro:

«Lo que propongo es vivir para el placer».


Rodolfo Campos  │  Mentor de Vidas